Se acelera la minería ilegal de oro en tierras indígenas de la Amazonía brasileña

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Durante la última década, y especialmente desde que Jair Bolsonaro asumió como presidente de Brasil en 2019, la extracción ilegal de minerales en territorios indígenas se ha incrementado. Los estudios muestran cómo el oro se lava y exporta fácilmente, mientras se contamina la selva, los ríos, los peces y las comunidades. El mercurio utilizado para amalgamar el metal causa daños neurológicos y malformaciones fetales. Paralelamente, aumentan las denuncias sobre la violencia de los garimpeiros.

Durante la última década, y especialmente desde que Jair Bolsonaro asumió como presidente de Brasil en 2019, la extracción ilegal de minerales en territorios indígenas se ha incrementado. Los estudios muestran cómo el oro se lava y exporta fácilmente, mientras se contamina la selva, los ríos, los peces y las comunidades. El mercurio utilizado para amalgamar el metal causa daños neurológicos y malformaciones fetales. Paralelamente, aumentan las denuncias sobre la violencia de los garimpeiros.

Existen numerosas actividades en Brasil que ponen en riesgo a los pueblos indígenas y sus territorios. Mientras la cría de ganado y el cultivo de soja han sido las dos mayores amenazas de la Amazonía durante mucho tiempo, la minería se está expandiendo. En especial, la minería de exploración de oro.

En Brasil, se hace una distinción entre dos tipos de minería según el grado de tecnología y la cantidad de minerales que se extraiga. Por un lado, se denomina minería (a secas) a la extracción industrializada de hierro y aluminio, que es asociada con la maquinaria pesada, un alto nivel de tecnología especializada, a gran escala y a largo plazo. Por otro lado, la llamada garimpagem o garimpo, es un tipo de minería de exploración. Se asocia con la fuerza de trabajo manual, las operaciones a pequeña escala y la extracción de pequeñas cantidades de minerales. La mayoría del área dedicada a este tipo de actividad en el país, alrededor del 86 por ciento, es utilizada para la extracción de oro.

Hoy en día, la distinción entre estas dos formas de minería se da más en la teoría que en la práctica. La minería de exploración se está volviendo cada vez más industrializada y ya no se trata de la acción de individuos o pequeñas cooperativas, sino de operaciones bien organizadas apoyadas por actores poderosos. El garimpagem está creciendo, cubre un área superior a la industrializada y la mayoría de sus actividades están ubicadas en la Amazonía

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El oro y sus facetas ilegales

El incremento de la minería de exploración en Brasil se debe a que gran parte de la extracción de oro se desarrolla de manera ilegal, lo cual trae enormes consecuencias para el ambiente y para los pueblos indígenas. Un estudio sobre la producción de oro en el país durante 2019-2020, llevado a cabo por investigadores de la Universidad Federal de Minas Gerais (UFMG) junto con fiscales públicos, echó luz sobre la legalidad y la ilegalidad del oro extraído bajo estas dos formas de minería.

Los investigadores compararon información pública sobre la producción de minerales, como las autorizaciones para llevar a cabo la actividad y los impuestos pagados para la extracción de oro, junto a imágenes satelitales de deforestación. En donde deberían existir actividades mineras, según los registros públicos, no había ninguna señal de minería. Esto significa que el oro declarado en estas áreas, en verdad era extraído de otros lugares. El estudio estima que el 28 por ciento de todo el oro producido en Brasil entre 2019 y 2020, que equivale a 48,9 toneladas, muestra signos de irregularidad en relación a su origen. La mayoría de los casos irregulares se ubicaban en la Amazonía y eran producto de la minería de exploración.

Un estudio mostró que el país exportó casi 111 toneladas durante 2020, mientras que el total de la producción fue de 92 toneladas. Probablemente, la diferencia corresponda a oro extraído de manera ilegal.

El país exportó casi 111 toneladas durante 2020, mientras que el total de la producción fue de 92 toneladas. Probablemente, la diferencia corresponda a oro ilegal.

Mientras que las operaciones mineras a gran escala tienen permiso para llevar a cabo todas las etapas de la comercialización del oro, la minería de exploración sólo puede venderlo una vez que es extraído, ya sea al Banco Central o a instituciones autorizadas. En este proceso de transacción, los garimpeiros deben declarar el origen del oro, es decir, una locación donde exista un permiso de minería. No obstante, ni se verifica la información sobre el origen del oro ni se solicita prueba alguna a los mineros. Por lo tanto, la declaración del origen depende únicamente de su buena fe.

El problema no termina allí. No todo el oro extraído de manera ilegal permanece en Brasil. La mayoría del oro extraído, tanto de manera legal como ilegal, se exporta. Canadá, Suiza y el Reino Unido son los tres países que importan la mayor parte del oro. Un estudio realizado por el Instituto Escolhas mostró que el país exportó casi 111 toneladas durante 2020, mientras que el total de la producción fue de 92 toneladas. Probablemente, la diferencia corresponda a oro extraído de manera ilegal.

Asimismo, varias investigaciones realizadas por periodistas independientes demostraron cómo el oro ilegal de Brasil obtenido de tierras indígenas de los pueblos Yanomami, Munduruku y Kayapó terminan en los celulares, las computadoras y los superservidores de las grandes compañías tecnológicas como Apple, Microsoft, Amazon y Google.

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Los efectos de la minería en los pueblos Yanomami y Munduruku

Además de los aspectos ilegales de la extracción de oro en cuanto a su origen, el lavado y la exportación, estas operaciones provocan serias consecuencias para los pueblos indígenas y el ambiente. Según la Constitución brasileña de 1988, es ilegal llevar a cabo actividades mineras en tierras indígenas salvo que el Congreso Nacional lo autorice. Antes de hacerlo, el Congreso debe consultar a las comunidades indígenas afectadas. Sin embargo, las estadísticas muestran que entre 2010 y 2020, la minería en territorios indígenas aumentó un 495 por ciento. Algunos de los grupos más afectados son los yanomami y los munduruku.

Los yanomami de los estados de Roraima y Amazonas obtuvieron la ratificación de sus tierras en 1992. En esta región, la minería ilegal no es nada nuevo, pero sí lo es su extensión. Una investigación realizada por dos asociaciones yanomami y el Instituto Socioambiental informa que, entre 2016 y 2020, la minería se incrementó al menos un 3.350 por ciento. Entre las graves consecuencias se encuentran la afectación al acceso a la salud. En algunos lugares del territorio, el personal de salud ha abandonado los puestos sanitarios debido a que los mineros ilegales se están volviendo cada vez más violentos y se encuentran armados.

Asimismo, la presencia de mineros ilegales puede verse en el aumento de casos de malaria y en el avance del Covid-19. La primera víctima de la pandemia entre los pueblos indígenas de Brasil fue un joven que se encontraba en tierras yanomami donde se llevaba a cabo la minería ilegal. Además, la violencia, los cruces agresivos, las amenazas, las violaciones y las muertes se han acrecentado debido a la presencia de los mineros ilegales. Por último, las imágenes satelitales muestran que los grupos indígenas yanomami se están aislando cada vez más en las profundidades de sus tierras, probablemente para evitar el contacto.

Los munduruku han experimentado un aumento de conflictos violentos y de deforestación. Asimismo, la contaminación por mercurio ha sido bien documentada en este pueblo.

Los munduruku han experimentado un aumento de conflictos violentos y de deforestación.

Los munduruku se encuentran al sudoeste del estado de Pará, en una región que se superpone con los dos municipios con la mayor actividad minera de exploración. Al igual que los yanomami, los munduruku han experimentado un aumento de conflictos violentos y de deforestación. Asimismo, la contaminación por mercurio ha sido bien documentada en este pueblo. Los mineros utilizan este material para amalgamar el oro, pero esta sustancia luego ingresa al ambiente y contamina los ríos, los peces y los habitantes locales. La intoxicación por mercurio puede causar daños neurológicos y malformaciones fetales.

Un estudio realizado en 2020 de manera conjunta por la Universidad Federal del Oeste de Pará, World Wildlife Fund (WWF Brasil) y Fiocruz midió los niveles de mercurio en las poblaciones locales de la región, tanto urbanas como rurales. Los resultados mostraron que nueve de cada diez integrantes de las comunidades indígenas cercanas a la minería ilegal superaban los límites establecidos por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Además, cerca del 16 por ciento de los niños y niñas presentaban problemas en su desarrollo neurológico.

Durante el estudio también se analizaron los peces del río. Los 88 especímenes tomados de lugares cercanos a sitios mineros ilegales tenían un nivel muy alto de mercurio. Como estos animales ocupan un lugar central en la alimentación de los pueblos indígenas, terminan afectando la salud de las comunidades.

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Incentivos del presidente Bolsonaro

El aumento de las actividades de exploración minera y la extracción ilegal de oro cobraron velocidad a partir de 2012, pero ha tomado auge en 2019, cuando Jair Bolsonaro tomó el poder. Durante su presidencia se han propuesto una gran cantidad de proyectos de ley que facilitan la minería ilegal en tierras indígenas. Es importante destacar dos propuestas en particular.

Por un lado, el Proyecto de Ley 191/2020 busca permitir la minería y la producción de energía eléctrica a través de los recursos hídricos en tierras indígenas sin el consentimiento de los pueblos, o al menos, sin otorgarles el derecho a veto. Las consecuencias de su aprobación serían devastadoras dado que el oro es uno de los principales metales que figuran en las solicitudes de autorización minera dentro de las tierras indígenas de la Amazonía.

Por otro lado, en febrero de 2022, Bolsonaro firmó un decreto que busca incentivar la minería de exploración en las tierras de los pueblos indígenas y, según el texto, promover “el desarrollo sustentable a nivel regional y nacional”. El problema del decreto es que entiende a la minería de exploración como una actividad a pequeña escala, con tecnología primitiva y con poco impacto social y ambiental: una imagen romántica contraria a lo que los estudios recientes han mostrado.

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Los cambios son fundamentales

Con este problema creciente, la pregunta es qué puede hacerse. Primero, existe la necesidad urgente de contar con mejores modelos de control y seguimiento: la única verificación del origen del oro es la propia palabra de los garimpeiros. El origen del oro debe controlarse y no confiar en la palabra de aquellos que lo extraen y viven de su reventa.

A pesar de los estudios sobre la ilegalidad, las consecuencias sociales y ambientales de la minería de exploración y la ausencia de un sistema nacional de seguimiento apropiado, no ha existido una acción gubernamental para impedir la exportación del oro extraído ilegalmente. Por lo tanto, los pueblos indígenas se han encargado de estos problemas.

En mayo de 2022, una delegación brasileña conformada por líderes indígenas, abogados e investigadores viajó a Suiza, el segundo importador de oro. El propósito de la delegación fue explicarles a las refinerías su papel en estos procesos, que son ilegales y representan una amenaza para la selva tropical y sus habitantes. La delegación formuló una declaración que fue suscrita por las refinerías suizas.

La declaración condenó a la minería ilegal, mientras que las refinerías se comprometieron a realizar un seguimiento e identificar el origen de los metales que importan, incluido el oro. Es un pequeño paso en la dirección correcta y solo el futuro dirá si tal declaración hizo la diferencia. Mientras tanto, Brasil necesita tomar medidas adecuadas para proteger a los pueblos indígena y evitar la contaminación de sus territorios.

Astrid Kieffer-Døssing

Astrid Kieffer-Døssing es candidata a Doctora del Departamento de Antropología de la Universidad de Aarhus. Ha realizado trabajos de campo en Pará, Brasil, y se ha interesado en temas como los pueblos indígenas, la herencia cultural y los derechos..