No fue sino hasta el año 1500 que un barco logró desembarcar por primera vez en este territorio que ahora llamamos Guyane. Después de alternar varias veces su posesión entre las distintas potencias de la época, fueron los franceses quienes se apropiaron del territorio de manera definitiva. La Guyane está situada al norte de América del Sur y forma parte del macizo Guayanés. Este macizo incluye una parte de Venezuela, Colombia, Guyana (Guayana Inglesa), Surinam (Guayana Holandesa) y una parte de Brasil (estado de Amapá). La Guyane se extiende por un área de 90.000 kilómetros cuadrados cubiertos por selva amazónica y su diversa población asciende a 350.000 habitantes según las estadísticas oficiales.
Durante la colonización, los europeos no llegaron a una tierra deshabitada como afirmaba el decreto de Terra Nullius (Tierra de Nadie), firmado por Francia. Este territorio estaba habitado por poblaciones que tenían civilizaciones milenarias y sufrieron un genocidio producido por masacres y enfermedades desconocidas traídas por los colonos desde el Viejo Continente. Los pueblos indígenas resistieron siglos de barbarie y, en la actualidad, existen seis naciones repartidas por todo el territorio guyanes: los kalinas, los parikwene, los téko, los wayampi, los wayana y los lokono.
Durante la larga noche de colonialismo, el sistema capitalista mundial se desarrolló gracias al tráfico de esclavos africanos en la tierra renombrada como América. Con la abolición de la esclavitud en el siglo XIX, la población afrodescendiente libre formó un grupo llamado criollos, el cual se fue agrandando con las distintas olas migratorias de antillanos: santalucenses, barbadenses, martiniqueses y guadalupeños. En la Guayana holandesa, denominada Surinam, las poblaciones esclavizadas se rebelaron rápidamente y formaron grupos bien diferenciados. Uno de estos grupos se hizo llamar Boni, por el nombre de su jefe. Tras años de errancia, recién en 1776, Francia aceptó la instalación de los boni en Guyane. Más precisamente en las riberas francesas del Maroni, el río que separa ambos países. Así, junto a los pueblos indígenas y los criollos, los boni son el tercer pueblo fundamental del país.
Leyes europeas en plena Amazonía
Tras la Segunda Guerra Mundial, las grandes potencias debían hacer un censo de todas sus colonias para iniciar un proceso de descolonización. Así, en 1945, Guyane fue inscrita en la lista de países no autónomos de la Organización de Naciones Unidas (ONU), que recién había sido creada. Para evitar este proceso, Francia convirtió sus colonias en territorios de ultramar. Así, en 1947, dejó de transmitir información a la ONU sobre estos países, alegando que se trataba de asuntos internos. En la Reforma Constitucional de 2003, Francia incluyó “a las poblaciones de ultramar dentro del pueblo francés”.
De este modo, Francia negó oficialmente la existencia de nuestros pueblos, incluidos los pueblos indígenas: solo existiría un pueblo francés del cual la población de Guyane sería un componente. Esta modificación no es menor: el Estado francés negó nuestro derecho a la autodeterminación, como si ya no se aplicara el derecho internacional. Particularmente, se incumplieron las declaraciones 15-14 de la ONU sobre la concesión de independencia a los pueblos coloniales. Así, en plena Amazonía, estamos administrados por las leyes de Francia y Europa.
En los hechos, esto significa menos derechos para gobernarnos. Por encima de los pueblos que habitamos Guyane, se encuentra un prefecto que representa a todos los ministros del Gobierno francés y que, además, concentra todos los poderes. El prefecto dispone de una administración que controla los pueblos locales y lleva a cabo las políticas públicas francesas. Todos los trabajadores de la administración son funcionarios franceses nombrados por el gobierno francés durante dos y tres años con el objetivo de dirigir la colonia Guyane.
Desde una base espacial europea a la mitad de los guyaneses en la pobreza
Para Francia, la Guyane es considerada una reserva ecológica geoestratégica que debe permanecer sous cloche (protegida bajo una campana). La Guyane está regida por una economía de enclave característica de la situación colonial. Todos los productos son importados de Francia y Europa, con solo un 10% de exportación. El costo de vida es tan alto que existe una “indemnización por alto costo de vida” para los funcionarios: incluso los funcionarios guyaneses hicieron dos meses de huelga para que este ingreso no se reservara solo a los franceses. Oficialmente, más del 50% de la población vive por debajo del umbral de pobreza. Las leyes francesas y europeas bloquean el desarrollo del país.
Mientras todos los sectores sufren la situación económica, el Puerto Espacial de Kourou se prepara para inaugurar el lanzamiento del nuevo cohete europeo Ariane, que pone en órbita satélites civiles y militares. Para dejarlo más claro, es una base avanzada de la OTAN en América del Sur. Al mismo tiempo, la selva está siendo saqueada por la minería ilegal del oro y los ríos están siendo contaminados con mercurio. Esto afecta gravemente a las poblaciones del interior del país que se alimentan de los peces: el nivel de mercurio en el cabello de los habitantes supera 10 veces las dosis permitidas. En un país al que se le niega el desarrollo, el tráfico de todo tipo es la principal actividad que ofrece un ingreso para sobrevivir. En los últimos años, ha aumentado la cantidad de jóvenes guayaneses que intentan transportar cocaína en sus estómagos a través de los aviones que vuelan a París. Un joven indígena del interior acaba de fallecer a bordo de un vuelo de Air France: había ingerido dos kilos de cápsulas de cocaína y sufrió una sobredosis. Del mismo modo, las armas circulan de modo ilegal con mucha facilidad y se utilizan para ajustar cuentas o para robar comercios.
La unidad amazónica por la soberanía de Guyane
En pleno siglo XXI, en América del Sur subsiste una enclave colonial. La Patria Grande no es libre. Nuestro pueblo ha combatido la colonización y la esclavitud, y ahora resistimos la dominación colonial francesa. Nuestro colectivo, el Movimiento de Descolonización y Emancipación Social (MDES), se inscribe en la lucha de los movimientos anticolonialistas que nos precedieron.
A partir de la reivindicación unánime de una autonomía más amplia por parte de nuestros representantes locales y la elección de dos compatriotas en la Asamblea Nacional Francesa, nuestra lucha por la emancipación se profundiza. Nos encaminamos hacia la unidad de nuestro pueblo en su diversidad y el respeto a su derecho humano a la libre determinación. Nuestra participación en los diferentes foros internacionales es el testimonio de nuestra voluntad de lucha contra el colonialismo francés.
¡Viva la liberación total de Abya Yala!
¡Viva la soberanía plena y total de la Guyane!
Cindy Pollux es mujer afrodescendiente e integrante del Movimiento de Descolonización y Emancipación Social de Guyane.
Maurice Pindard es educador y co-fundador del Movimiento de Descolonización y Emancipación Social de Guyane (MDES).