A pesar de ser un país plurinacional, en Bolivia durante mucho tiempo se han relegado las culturas y las lenguas ancestrales. Es momento de revalorizar y practicar los idiomas heredados de nuestros ancestros. Recuperar nuestra cultura y lengua significa recuperar nuestra identidad.
A pesar de la diversidad cultural y lingüística que caracteriza a Bolivia, hasta la década del ´90, el solo hecho de que campesinos e indígenas se expresaran en su idioma nativo era sujeto a discriminación. Muchos venían de sus comunidades a los centros urbanos y no eran atendidos en su idioma propio. Como el único idioma oficial del país era el español, eso significaba enormes dificultades de comunicación.
Esta violencia simbólica llegaba al punto de que, en el Altiplano, muchos quechuas- aymara hablantes se avergonzaran de sus raíces y prefirieran migrar al conglomerado urbano dejando de lado su idioma materno. En algunos casos, también se cambiaban sus apellidos de origen nativo para evitar la discriminación en las escuelas, universidades e instituciones públicas.
“Durante mi época de estudiante, además de que eran pocos los que podían contar con el beneficio del estudio, la enseñanza era enteramente en español. Esto llevó a que la población, en especial los jóvenes, de a poco vayan olvidando el Quechua al mismo tiempo que las personas que usaban este idioma se avergonzaban de hablarlo”, recuerda el Jatun Tata (autoridad andina) de Jach´a Marka Tapacarí Cóndor Apacheta, Luis Quispe. Por esto, sostiene que es necesario establecer políticas que incentiven la recuperación y el uso del idioma materno, además de concientizar a los estudiantes de que su uso no debe causar ninguna vergüenza. “Al contrario, se deben sentir orgullosos”, concluye el dirigente.
Esta situación comenzó a modificarse con la nueva Constitución Política del Estado promulgada en 2009, cuyo artículo 5 reconoce 36 lenguas de naciones y pueblos indígenas, originarios y campesinos: quechua, aymara, uru-chipaya, araona, baure, bésiro, canichana, cavineño, cayubaba, chácobo, chimán, ese ejja, guaraní, guarasu’we, guarayu, itonama, leco, machajuyai-kallawaya, machineri, maropa, mojeño-trinitario, mojeño-ignaciano, moré, mosetén, movima, pacawara, puquina, sirionó, tacana, tapiete, toromona, weenhayek, yaminawa, yuki, yuracaré y zamuco.
Al artículo 5 de la Constitución Política del Estado, se suma la “Ley General Nº 269 de derechos y políticas lingüísticas” que tiene por objeto reconocer, proteger, promover, difundir, recuperar, vitalizar, revitalizar y desarrollar los idiomas nativos y propios de cada cultura.
Con el mismo objetivo, podemos señalar también la Ley de la Educación 070 “Avelino Siñani – Elizardo Pérez” que prescribe que la educación es “intracultural, intercultural y plurilingüe en todo el sistema educativo” a través del “potenciamiento de los saberes, conocimientos e idiomas de las naciones y pueblos indígena originario campesinos, las comunidades interculturales y afrobolivianas”.
Sin embargo, la influencia externa a través de canciones en español e inglés, los medios de comunicación y el internet hace que los niños y jóvenes de las nuevas generaciones estén dejando de lado los idiomas propios de nuestro país. Petrona Fernández Osco, de la comunidad de Yanari ubicada en el departamento de La Paz, explica que los padres y los profesores no transmiten la lengua materna, ni hay personas mayores que tengan la necesidad de comunicarse en el idioma materno. “Hablar el aymara nos identifica como pueblos indígenas y es una forma de mantener nuestras culturas y nuestras tradiciones. Existen muchas costumbres que no se pueden traducir al español, porque su esencia solo la mantiene nuestro propio idioma”, sostiene Fernández Osco.
La lengua también guarda un vínculo con la Pachamama, la identidad y la historia de un pueblo. La profesora de escuela primaria de la población de Llallagua en el departamento de Potosí Marleni Tudela señala: “No podemos desprendernos de nuestras raíces. La valorización de nuestra lengua es fundamental porque a través de ella podemos conservar nuestra historia. La lengua es el medio más importante que tenemos para comunicarnos y forma parte de la identidad. Nuestro trabajo con lengua originaria permite que los estudiantes se sientan valorizados, reflexionen sobre su cultura y su proceso histórico”.
Lo que nos queda a hora como jóvenes, es incentivar entre las nuevas generaciones la recuperación y el gusto por hablar nuestros idiomas ancestrales, inculcar en la juventud el valor patrio y cultural buscando estrategias a través de la música, el teatro y el baile. En este último tiempo ha retomado una vital importancia el rescate y el respeto por nuestra cultura. Los recientes acontecimientos ocurridos en Bolivia han demostrado a propios y extraños la profunda sensibilidad por nuestros símbolos indígenas como la wiphala y la vestimenta como la pollera. Quizá sea un momento importante para poder concientizar sobre el gran valor que tienen nuestros idiomas nativos. Es necesario que nuestras lenguas vivan y para eso debemos hablarlas.
Betty Villca Mitma es comunicadora social y periodista, defensora de los derechos indígenas, miembro de la Red Chimpu Warmi y agencia de noticias NOTIMIA - Bolivia.