El nombramiento del pastor Ricardo Lopes Dias como jefe de la Coordinación General de Indios Aislados y de Contacto Reciente (CGIIRC) de la Fundación Nacional del Indio de Brasil (FUNAI) puso en alerta al movimiento indígena por las nuevas violaciones a los derechos humanos que podría generar. Frente a un nuevo avance sobre los territorios ubicados en la Amazonía brasileña, la evangelización forzada de indígenas en aislamiento voluntario amenaza la vida, la cultura y la autodeterminación de las comunidades indígenas.
El pastor Ricardo Lopes Dias trabajó durante una década en la evangelización de los pueblos indígenas para la Nuevas Tribus de Brasil (MNTB). Sin lugar a dudas, esta ha sido la principal cualidad para ser nombrado al frente de la Coordinación General de Indios Aislados y de Contacto Reciente por el presidente de FUNAI, el ex comisario de policía Marcelo Xavier da Silva (quien a su vez había sido escogido por la bancada ruralista del Congreso que representa a los grandes terratenientes y ganaderos de Brasil).
El especialista cuenta con varios títulos que muestran su vínculo entre la antropología y la evangelización: es doctor en Ciencias Humanas y Sociales de la Universidad Federal de ABC (UFABC), magister en Ciencias Sociales (Antropología) en la Universidad Federal de São Paulo (Unifesp), licenciado en Antropología de la Universidad Federal de Amazonas (Ufam), licenciado en Teología de la Facultad de Teología de América del Sur (FTSA) y posgrado en Antropología Intercultural de la UniEvangélica, en Anápolis (GO), un importante foco de entidades misioneras en Brasil donde se dedicó a la enseñanza hasta 2018.
En su tesis de maestría, Lopes Dias narra su experiencia con los matsés desde 1997 y la decisión crucial que tomó cuando aún era joven: “Después de escuchar a un misionero veterano exponiendo la necesidad de nuevos voluntarios para el trabajo evangelizador de los pueblos indígenas, decidí comprometerme especialmente con esta causa”. Así, en 1992, comenzó a asistir al curso de la Misión de las Nuevas Tribus de Brasil.
Foto: Fundación Nacional del Indio de Brasil (FUNAI)
Una iglesia que evangeliza a los indígenas
La Misión de las Nuevas Tribus de Brasil es una organización originaria es una organización originaria de Estados Unidos que ha promovido la evangelización de los indios brasileños desde la década de 1950. Su objetivo principal es la implantación de nuevas iglesias entre las comunidades indígenas a las que considera practicantes de rituales demoníacos, no cristianos y no civilizados. El objetivo de la misión es llegar a todos los pueblos indígenas y convertirlos, en virtud del lema: “Evangelizar las nuevas tribus hasta llegar a la última”.
Sin embargo, el trabajo de la Misión de las Nuevas Tribus de Brasil con los pueblos indígenas en aislamiento voluntario es muy controvertido y han aparecido varias denuncias: esclavización de los indígenas, contrabando de semillas, construcción de pistas de aterrizaje clandestinas, el uso de emisoras radiofónicas piratas, la venta ilegal de madera, el desplazamiento de indígenas de su territorio sin autorización de la FUNAI, la adopción sospechosa de niños, expediciones clandestinas en busca de indígenas aislados, mal uso de imágenes de los Suruwahá e incitación de los indígenas contra representantes del Estado brasileño1.
Uno de los ejemplos más notorios es el del misionero estadounidense Waren Scott Kennell, que fue sentenciado a 58 años de prisión por abuso sexual y producción de material pornográfico con niños indígenas en Brasil. Warren se declaró culpable y confirmó que se hacía amigo de los niños de la aldea para después abusar de ellos sexualmente entre 2008 y 2011. En una de las 940 fotos incautadas se presenta como “el hombre que tiene relaciones sexuales con una niña preadolescente”.
Nombrado para actuar en uno de los frentes más vulnerables de los pueblos indígenas, el pastor Ricardo Lopes Dias cumplirá uno de los deseos del gobierno de Jair Bolsonaro que es intensificar el trabajo de evangelizar a los pueblos indígenas para reconducirlos a la “civilización”. Este escenario tiene como objetivo principal implementar acciones que hagan factibles los proyectos de desarrollo basados en el agronegocio, la expansión de la frontera agrícola, la exploración de minerales y la implementación de centrales hidroeléctricas y ferroviarias. Desafortunadamente, todo este plan incluye desarticular las Tierras Indígenas (TI) y las quilombolas (las comunidades afrodescendientes).
Con este fin, el presidente debe reestructurar las instituciones que trabajan directa o indirectamente con pueblos indígenas como la FUNAI, el Instituto Brasileño de Medio Ambiente y de los Recursos Naturales Renovables (IBAMA) y los ministerios, para colocar en posiciones clave a las personas que comparten su visión “civilizadora” sobre el medio ambiente y los pueblos indígenas.
Reestructuración de los ministerios e implementación de un plan civilizatorio
La reestructuración que caracteriza de forma explícita al gobierno actual es el Ministerio de Mujer, Familia y Derechos Humanos dirigido por la pastora evangelista conservadora Damares Alves. La ministra afirma sin pudor que la sociedad brasileña necesita volver a la familia, la tradición y al amor a la patria. Crítica de la diversidad cultural, de género y religiosa, Alves deja claro que no ejerce su función como funcionaria pública, sino como pastora evangelista: “Nadie nace homosexual”, “No es la política lo que cambiará a esta nación, es la iglesia”, “La mujer nació para ser madre” o “Los niños visten de azul y las niñas de rosa”.
Un pequeño ejemplo ocurrió el 4 de febrero cuando la ministra Alvez lanzó, junto al Ministerio de Salud, la campaña “Todo tiene su tiempo” con el fin de educar a los adolescentes y jóvenes sobre el sexo y el embarazo adolescente. El programa tiene un único objetivo: aplazar el inicio de las relaciones sexuales hasta después del matrimonio como mecanismo para prevenir el embarazo temprano y el aborto.
“El pastor Ricardo Lopes Dias cumplirá uno de los deseos del gobierno de Jair Bolsonaro que es intensificar el trabajo de evangelizar a los pueblos indígenas para reconducirlos a la ‘civilización'”.
Damares Alves es miembro de la Asociación de Misiones Transculturales Brasileñas (AMTB) de la iglesia evangélica, una entidad que reúne a 78 organizaciones misioneras, incluida la iglesia del Evangelio Cuadrangular. La asociación cuenta con un departamento de asuntos indígenas cuya misión es “satisfacer las demandas sociopolíticas de las agencias afiliadas a órganos gubernamentales”, obtener autorizaciones para trabajar en territorios indígenas y hacer lobby con los congresistas sobre el trabajo misionero en las aldeas aborígenes.
La iglesia del Evangelio Cuadrangular actualmente mantiene a nueve misioneros trabajando a tiempo completo con los indígenas Kaxinawa, Macuxi, Pataxó y Parakanã. Sus aldeas están en Acre, Roraima, Bahía, Minas Gerais y Pará, pero hay un número mucho mayor, difícil de estimar, de misioneros voluntarios. El reverendo Fernando Camargo, líder de la obra misionera en la iglesia del Evangelio Cuadrangular, recuerda que la propia ministra ya ha estado involucrada en la obra misionera con los indios. “Trabajamos para llevar el evangelio a todos los pueblos, tribus y naciones, ya que es una ordenanza bíblica”. Además de su papel como pastora de la iglesia del Evangelio Cuadrangular, Damares Alvez fue fundadora de la ONG Atini que recibió dos acciones judiciales por un video sobre la muerte de niños indígenas. Cuyas indemnizaciones oscilan entre 1 y 3 millones de reales brasileños. La primera solicitud fue denegada por la justicia en Brasilia y la segunda aún no ha sido tramitada.
Legitimada como pastora y con experiencia con la población indígena, Damares se convierte en la ideóloga del gobierno y no es de extrañar que su ministerio concilie temas y cuestiones que deberían separarse. La ministra defiende de este modo el desarraigo de los indígenas: “El activo más preciado de la tierra indígena es el indígena, que necesita ser fortalecido. Tenemos que crear oportunidades para que las personas se desarrollen. Y necesitamos proteger a aquellos en reciente contacto”. En el mismo sentido, señala que el Amazonas no es lugar para que vivan los niños: “Desafortunadamente en Brasil, los niños se quedaron atrás. El Amazonas es el peor lugar en Brasil para ser niño. Los niños del Amazonas se quedaron atrás. Los niños de los pueblos tradicionales han quedado atrás”.
Actitudes autoritarias y resistencias
Enemigo de las ONG nacionales e internacionales, el gobierno devalúa la autonomía y la cultura de los movimientos indígenas, para situarlos bajo la tutela de un gobierno nacionalista sin que ellos puedan decidir por sí mismos. Al no considerarlos como protagonistas de sus propias historias, necesitan ser guiados a través de un proceso civilizador.
Ubicados en lugares estratégicos de la política indígena, los pastores nos dan la certeza de que el diálogo y el respeto a los pueblos no tendrán lugar durante este gobierno. El sesgo evangelizador de las políticas asistencialistas, sumado a una visión evolucionista (teoría de Darwin) y prejuiciosa darán lugar a la confrontación y, por lo tanto, a la amenaza de la vida de estos pueblos que representan solo el 0,42% de la población brasileña.
El 5 de febrero, el Presidente envió un proyecto de ley al Congreso que desregula la minería, la producción de petróleo y gas, y la generación de energía hidroeléctrica en tierras indígenas.
Apoyados por sus respectivas bancadas parlamentarias y los militares, los ruralistas y evangélicos pusieron en marcha proyectos que fueron concebidos en los sótanos del palacio del Gobierno sin haberse discutido abiertamente, de cara a la sociedad. Entre ellos, figura la aprobación de la exploración de minerales en tierras indígenas.
El 5 de febrero, el Presidente envió un proyecto de ley a la Cámara que desregula la minería, la producción de petróleo y gas, y la generación de energía hidroeléctrica en tierras indígenas. También modifica el pago de beneficios de la minería y la generación de electricidad en favor de las empresas. Según el Presidente, esto se hará con socios internacionales: “Estoy buscando un aliado en el primer mundo para explorar estas áreas y agregar valor. Por ello me acerco a los Estados Unidos. Por esta razón, quiero una persona de mi confianza en la embajada de los Estados Unidos” . Bolsonaro se refería de este modo a la nominación de su propio hijo al puesto de embajador.
Extractivismo, datos falsos y discurso mesiánico
Estos proyectos de extracción de materias primas de tierras indígenas son acompañadas con cortinas de humo como que los indígenas quieren vivir en la “civilización” o que “son seres humanos como nosotros”. Estas políticas cuentas con el apoyo ideológico de los ministerios de Medio Ambiente y, de Familia y Derechos Humanos; mientras que el Ministerio de Justicia, en manos de Sergio Moro, se convierte en el ejecutor de las medidas implementadas ya que la FUNAI responde directamente a ese ministerio.
La estrategia también incluye datos descontextualizados. El Presidente Jair Bolsonaro señaló que la reserva indígena Yanomâmi tiene el doble del tamaño del estado de Río de Janeiro, pero que allí solo viven 9.000 indígenas: “Son raros los municipios que tienen menos de nueve mil habitantes. ¿Es justo? Tierra muy rica. Junto con la (reserva) Raposa Serra do Sol es absurdo lo que tenemos de reservas minerales allí“. Recalcó que, si pudiera, confinaría a los defensores del medio ambiente en la Amazonía para que “dejen de molestar”.
Dirigido y forjado por el gobierno, este discurso mesiánico impregna cada proyecto de ley diseñado para la explotación de los territorios indígenas. Tal como afirmaba el ex ministro jefe de la Casa Civil, Onyx Lorenzoni: “Hoy, presidente, con su firma, será la liberación, o sea, a partir de ahora tendremos la autonomía de los pueblos indígenas y su libertad de elección. Será posible extraer minerales, generar energía, transmitir energía, explorar petróleo y gas, y cultivar las tierras indígenas. En otras palabras, será la Ley Áurea”.
La respuesta de las organizaciones
Frente al avance sobre los territorios indígenas, comienzan a alzarse las voces de los líderes y organizaciones indígenas. Entre ellas, se destaca la del coordinador ejecutivo de la Articulación de los Pueblos Indígenas de Brasil (APIB), Dinaman Tuxá: “Con el nombramiento de la ministra Damares, el nuevo gobierno demuestra que actúa junto con los misioneros evangélicos en una estrategia manifiesta de integrar a los pueblos indígenas en la sociedad, la misma estrategia que tuvo lugar durante la dictadura militar”.
La Coordinadora de Organizaciones Indígenas de la Amazonía Brasileña (COIAB) representa a 180 personas de nueve estados amazónicos que ocupan el 98% del área de reservas indígenas del país. La institución está en contra de las regulaciones mineras, incluso con la autorización de las comunidades afectadas y la compensación financiera. En declaraciones a la Deustche Welle Brasil, el coordinador adjunto de COIAB, Mario Nicacio, y la primera diputada federal indígena, Joenia Wapichana, afirmaron que para la mayoría de los indígenas el aspecto económico no es prioritario, pero sí son fundamentales los temas ambientales y culturales. “Ya tuvimos experiencia con otros proyectos con compensación financiera (como la construcción de hidroeléctricas). Vimos que no compensan la destrucción de un río, de una sierra, y pone en riesgo la vida de los pueblos indígenas”.
Hoy, los hilos de las iglesias evangélicas marcan la pauta ética y los valores de la sociedad brasileña.
En Brasil se están forjando nuevos acuerdos y coaliciones elegidas a través del voto popular que significan un retroceso evidente y una amenaza para el proceso democrático; mientras que la posición de la Iglesia Católica, que tradicionalmente apuntalaba a los gobiernos anteriores, ya no tiene cabida. Hoy, los hilos de las iglesias evangélicas marcan la pauta ética y los valores de la sociedad brasileña. Este avance conservador va en contra de una acumulación de importantes conquistas de género, indígenas, afrodescendientes y ecologistas. Al mismo tiempo, los activistas están siendo fuertemente atacados, reprimidos y asesinados.
Con un discurso populista que ignora la cuestión indígena, el gobierno de Jair Bolsonaro está actuando de manera autoritaria y demagógica. La facción evangélica tiene la función de forjar y difundir la ideología de su gestión. El discurso mesiánico, que en Brasil siempre ha encontrado un terreno fértil, se ha reconstruido con el objetivo de alcanzar el paraíso en el aquí y ahora. De este modo, la fuerza simbólica de la narrativa evangélica avanza en contra de las conquistas del movimiento indígena, ecologista, LGBTIQ, feminista y afrodescendiente. Es necesario que el gobierno actual respete la Constitución y los acuerdos internacionales firmados por Brasil.
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1. Durante más de cinco años, el Ministerio Público y la FUNAI han tratado de destituir a los misioneros, a quienes atribuyen una serie de ilegalidades. El líder indígena Antenor Vaz, de la Coordinación General de Indios Aislados de la FUNAI, acusa a la misión de ejercer proselitismo religioso, evangelizar e interferir de la comunidad Suruwahá, que hoy en día sufre una ola de suicidios. “Es una actuación muy complicada. Hacen lo que quieren sin ser responsables ante nadie”, dice el presidente interino de FUNAI, Aloysio Guapindaia. Los misioneros son los únicos que hablan el idioma suruwahá y se resisten a marcharse con el argumento de que los indios quieren su compañía. Por su parte, Ferreira es acusado de practicar “proselitismo religioso”, lo que violaría el derecho de los indígenas de “conservar su propia cultura”. La justicia aún no ha aceptado esta denuncia. El misionero evangélico es un disidente de la Misión Nuevas Tribus en Brasil, que descubrió al pueblo Zo’é en la década de 1980, pero fue expulsado por la FUNAI de la tribu en 1991. La agencia federal afirma que, además de tratar de imponer la cultura cristiana, contagió enfermedades a los nativos. Volver
María De Lourdes Alcantara es profesora de Antropología Médica de la Facultad de Medicina de la Universidad de São Paulo y Coordinadora del Grupo de Apoyo a los Jóvenes Indígenas de Mato Grosso do Sul.